miércoles, 4 de noviembre de 2009

Acción mata juicio



Normalmente no somos conscientes del poder del lenguaje. La palabra es transformadora de la realidad y nuestra identidad privada (cómo nos vemos a nosotros mismos) y nuestra identidad pública (cómo nos ven los demás) depende en gran medida de los juicios que nosotros y los otras hacen sobre nosotros. En este sentido con lo que más cuidadosos debemos ser es con los juicios, tanto con los que emitimos como con los que recibimos. Para valorar de forma adecuada un juicio debemos tener en cuenta cómo de fundamentado está de modo que serán fundados o infundados en función de las acciones ejecutadas en el pasado que utilicemos para respaldarlos. También pueden ser válidos o inválidos en función de la autoridad que conferimos a quien los hace.
Cuando un juicio tiene escasa fundamentación hablaremos de opinión.
Tenemos que tener cuidado con dos extremos que pueden resultar peligrosos en nuestras vidas. Uno, es cuando no damos ninguna autoridad a los juicios del otro y por lo tanto no los tenemos en cuenta para nada como si fuéramos seres superiores poseedores de la verdad única. El otro, es el dar demasiada autoridad a los juicios sobre nosotros. En este caso damos por verdadero lo que los demás piensan de nosotros y perdemos nuestra identidad. Es como convertirse en una marioneta de los demás.
Pero en lo que me quiero detener hoy es en la forma en la que podemos cambiar los juicios que los demás tienen sobre nosotros (sean fundados o no) y la forma de hacerlo es a través de la acción. La acción mata el juicio. Si mi jefe tiene una imagen de mi que no se corresponde con mi identidad privada y esa imagen que él tiene no me gusta, ¿qué hacer? Es claro que en este caso doy validez a sus juicios porque me importa y afecta la imagen que él tenga de mi. En este caso, puedo:
  • Tratar de desmontar su juicio pidiéndole que lo fundamente. En algunos casos esto no funcionará, pues puede darse el supuesto de que nos encontremos ante una "sordera programada"
  • Cambiar algunas la forma en que actúo de modo que él cambie el juicio negativo que tiene con respecto a mi.

En los casos en que un hecho o acción claros contaminan toda mi imagen pública, inevitablemente tendré que centrar todos mis esfuerzos en cambiar eso (que no vuelva a ocurrir, hacerlo bien, etc.) y no en tratar de destacar el resto, pues por naturaleza siempre tendemos a fijarnos en lo negativo.

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