miércoles, 4 de noviembre de 2009

Caminando hacia el optimismo


Sigo trabajando en mi propósito de ser algo más optimista y en este proceso voy observándome, deteniéndome en mis reacciones, reflexionando sobre las posibles acciones e intentando variar mi patrón de conducta. Escucho el feedback que me van dando algunos amigos y me sorprendo de la imagen que me transmiten cual espejo en el que me miro. Unos lo hacen con juicios en forma de afirmaciones (es como lo hacemos habitualmente pues entendemos poseer la verdad) otros, formados por Rafael Echeverría en coaching, en forma de pregunta. En todos los casos llego a una conclusión: mis expectativas son desproporcionadas para la realidad en la que me muevo. Mis expectativas en cuanto al trabajo, en cuanto a las relaciones personales (familia, pareja, etc.). Descubrir esto ha sido clave. Ya tengo la llave para lograr lo que me propongo y no es otra que ajustar mis expectativas para no vivir en un permanente estado de insatisfacción. No puedo pretender ser Mary Poppins y convertir flores en pájaros. Si a esto le uno centrarme más en los aspectos positivos de las cosas, en los beneficios que me aportan, en lo que me gusta, etc., en lugar de en lo que veo mal o no me gusta. Estoy casi segura de que lograré ser algo más optimista y vivir mejor.

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