viernes, 13 de febrero de 2009

Convivir con la incertidumbre


Desde pequeños nos enseñan a llevar una vida ordenada, llena de horarios y rutinas. Cuando nos hacemos mayores parte del éxito de nuestro trabajo se basa en lo mismo; planificación, establecimientos de procesos, procedimientos, etc. Cuando somos padres nos atiborramos a leer libros como "Duermete niño" en los que se nos indica que la clave para que los niños "funcionen" bien está en establecer rutinas, pues estas les dan seguridad, ya saben que después del baño viene la cena y después de la cena a dormir. Todo esto está muy bien, pero ¿qué ocurre cuando tenemos que vivir situaciones en las que la seguridad de lo predecible no existe? Nadie nos enseña a convivir con la incertidumbre, así que cuando esta se nos presenta empiezan los problemas. Dejamos de dormir, nos duele la cabeza, el cuerpo se llena de tensión, incluso hay quien enferma, cuadros de ansiedad, estrés y depresión están a la orden del día.
Esto es precisamente lo que nos está empezando a ocurrir con la situación de esta crisis que lo invade todo.

Mi masajista (que tiene unas manos estupendas y una forma de moverlas mejor aún) me lo decía hoy: "no he trabajado nunca como ahora". La consulta está a tope, la incertumbre está empezando a pasar factura en espaldas y cuellos sobrecargados. Todo porque estamos aconstumbrados a dar por hecho que no nos va a faltar el trabajo, que en vacaciones haremos tal o cual, que cuando cobremos no sé qué paga invertiremos en tal o cual y todo esto se nos ha ido al traste de la noche a la mañana. Hemos pasado a sentir una inseguridad general, ahora tenemos trabajo en la empresa, pero en unos meses quién sabe, hasta ahora cobrabamos incentivos, variables, etc. y este año no sabemos si los cobraremos, tenemos el piso en venta y no sabemos si lo venderemos, necesitamos comprar piso pero no sabemos si podremos, etc. etc. Preocupaciones y preocupaciones para las que no estamos preparados.

Cada vez estoy más convencida que esta crisis nos va hacer aprender a todos un montón.

En estos días me acuerdo mucho del que ha sido mi jefe durante siete años. Cuando empecé a trabajar con él era muy impaciente, necesitaba tenerlo todo bajo control, tomar las decisiones de manera rápida. Aún sigo teniendo ese punto impaciente (es uno de mis defectos), pero él me enseñó la importancia de convivir con la incertidumbre.
Aprendamos todos a convivir con ella.
A veces saber que hay cosas por resolver, pero que no podemos hacerlo de forma inmediata y no dejarnos perder por ello da muy buen resultado, mejor que el de precipitarse y emprender acciones de las que nos arrepentiremos. A veces es necesario frenar, respirar profundamente, ser conscientes de lo que hay, pero no agobiarnos. Todo llega.

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